Las otras elecciones

Diana Negre es una periodista que nació en Bucarest, Rumanía. Habla muchos idomas, como si fueran… sus lenguas maternas: catalán, español, francés…rumano…(entre otros)…y, por supuesto, inglés, porque, como periodista, se consagró en EEUU, donde vive desde hace muchos años.

Es famosa también en Cuba : su voz ha llegado a ser muy familiar en la isla, a través de los programas emitidos por la emisora de radio JOSÉ MARTÍ.

Acude a Rumanía, a menudo, para dar conferencias sobre temas  de política norteamericana y para impartir clases de periodismo.

¡Es un gran privilegio contar con su colaboración!

En plena campaña electoral, el FBI  interviene, de nuevo, con otro anuncio. Ha decidido dejar en paz a Hillary Clinton. ¿Acaso, ha venido este anuncio a tiempo?

¿Influirá esta “aclaración” también en la elección de los legisladores?

Las otras elecciones            Washington,              Diana Negre

hillary-clinton-1Cuando los norteamericanos acaben de votar hoy, el mundo entero estará pendiente de los resultados para saber quién ocupará la Casa Blanca en los próximos cuatro años. Prueba del interés general, han sido las subidas de las bolsas de este lunes, que reaccionaban así a la decision del FBI de no seguir causa alguna contra la candidata demócrata Hillary Clinton cuya victoria les parece ahora más probable.

El interés dentro de Estados Unidos es tal, que ha votado más gente que nunca, aprovechando la posibilidad de hacerlo anticipadamente: la mitad de la población había votado ya hasta ayer en la Florida, la participación de los hispanos es la mayor que jamás se ha registrado y probablemente compensará la frialdad de los negros, que participan menos que en comicios anteriores.  Ambos grupos favorecen a Clinton y es probable que el balance entre negros e hispanos le sea favorable, pues hay más de 27 millones de hispanos con derecho a voto, frente a tan solo 6 entre los negros.

El interés por la carrera presidencial hace olvidar a muchos que éstas son elecciones generales y se vota por muchas más cosas…que pueden tener una influencia decisiva en la gestión de quien haya ganado la presidencia.

Porque los norteamericanos eligen hoy a sus legisladores, es decir, a la totalidad de la Cámara de Representantes y a un tercio del Senado, además de las cámaras locales de los 50 estados del país. También votan por una serie de medidas, como la pena de muerte, la tenencia de armas,  la eutanasia o el sistema escolar, además de a sus gobernadores, aunque esta vez tan solo a 12 de los 50 y los resultados en este terreno probablemente producirán escasos cambios.

En un país de las dimensiones continentales de Estados Unidos y con una Constitución federal, estas otras elecciones tienen grandes consecuencias en la vida diaria de los norteamericanos – y hasta en la gestión del presidente.

En el caso de los gobiernos estatales, preparan el terreno para su partido y para el futuro candidato presidencial en sus zonas respectivas. Y en los estados, a diferencia de las elecciones presidenciales donde la “muralla azul” de inclinación demócrata da inicialmente la ventaja al candidato progresista, los republicanos tienen la mayoría: en estos momentos hay 31 estados con gobiernos republicanos y a partir de mañana miércoles probablemente habrá el mismo número.

Pero, todavía más consecuencias para la gestión presidencial tienen las elecciones legislativas, es decir, qué partido controlará la Cámara de Representantes y el Senado.  Los miembros de la Cámara Baja viven en constante campaña electoral, pues se han de someter a votación cada dos años, mientras que los 100 senadores son elegidos para mandatos de 6 años.  Cada dos, cuando hay elecciones generales o legislativas, se ha de postular una tercera parte de ellos.

Su papel es enorme en el ejercicio de las funciones presidenciales y en el éxito que los presidentes puedan tener en su gestión.  Como Estados Unidos tiene un sistema presidencial y no, como en la mayor parte de Europa, una democracia parlamentaria, hay una auténtica división de poderes entre la rama legislativa, formada por las dos Cámaras del Congreso y la Casa Blanca donde reside el poder ejecutivo.

Esto significa que muchas veces y durante largos períodos, el presidente es de un partido y una o las dos Cámaras legislativas son de otro, algo que puede paralizar la gestión presidencial o, por el contrario, fortalecerla. Visto desde fuera, el sistema parece producir una parálisis con efectos negativos, pero a los norteamericanos, cuyo sistema político nació con una fuerte desconfianza hacia el poder y cuya constitución  divide los poderes para que se limiten el uno al otro, parece gustarles esta situación.

En el caso concreto de estas elecciones, los republicanos llegan con mayoría en las dos Cámaras, pero tienen un gran riesgo de perderla en el Senado, donde tan solo cuentan con una ventaja de 4 escaños. En la Cámara de Representantes, donde la mayoría republicana es amplia, les será muy difícil a los demócratas arrebatársela: hoy en día, hay 224 escaños republicanos y 190 demócratas y un cambio de signo indicaría que los demócratas tienen el camino abierto para aplicar cualquier reforma o programa que deseen.

Si Hillary Clinton gana las elecciones, la mayoría republicana las dos Cámaras le atará las manos y le costará cumplir con sus promesas progresistas, aunque si el Congreso está dividido tampoco tendrá un control total.

Por el contrario, si ganara Donald Trump la presidencia a pesar de los pronósticos, se debería probablemente a una corriente republicana tan fuerte que el Congreso sería del mismo partido, con lo cual el millonario neoyorquino tendría una gran capacidad de maniobra. Finalmente, hay que recordar que los candidatos presidenciales no son dos, sino cuatro, porque además se presentan Jill Stein, una médico de Massachussets,  por el Partido Ecologista y Gary Johnson, ex gobernador de Nuevo México por el Libertario, un partido que trata de reducir al máximo la presencia del estado.

Ambos, pero especialmente Johnson, cuentan con el apoyo de los jóvenes, pero, las encuestas no le dan ni el 5% del voto, lo que es más del doble de la ecologista Stein con tan solo un 2%, pero  insuficiente para cualquier objetivo en ambos casos.  Y todavía hay otro candidato más exótico y minoritario, Evan McMullin, que está a la par con Trump en el estado de Utah. Con poco más de medio millón de habitantes, Utah tan solo tiene 6 de los 270 votos electorales y si los ganara un candidato alternativo como McMullin, podría alterar los resultados totales: gana la Casa Blanca quien recoge 270 votos electorales y si McMullin se queda con un estado, podría conseguir que ni Trump, ni Clinton lleguen a este número.

Si esto ocurriera, la elección no habría acabado, sino que la decision pasaría a la Cámara de Representantes, donde los congresistas votarían a quién de los dos mandar a la Casa Blanca. Es algo que tan solo ocurrió una vez en la historia del país, cuando en 1824 tampoco hubo una mayoría suficiente y los legisladores votaron en favor de John Quincy Adams, tras prolongadas negociaciones y debates. Aunque los republicanos tienen mayoría, la más que fuerte personalidad de Trump puede hacer dudar a muchos congresistas de darle definitivamente el poder.  Es casi imposible que voten por Clinton, pero el debate alargaría el proceso y agotaría aún más la paciencia de los sufridos votantes norteamericanos aunque…a diferencia de lo ocurrido últimamente en España, no habrían de volver a votar medio año más tarde.

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Diana Negre

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