QUIERO Y NO PUEDO EN LIBIA

Tenemos el privilegio de contar con la colaboración del periodista español y profesor de periodismo, VALENTIN POPESCU, columnista de primera magnitud y corresponsal, durante un cuarto de siglo, de LA VANGUARDIA  de Barcelona, en Bonn, R.F. de Alemania.

Libia es un problema creado y bastante descuidado, ahora, por Occidente.Si tiene cura, la misma parece ser bastante costosa.

QUIERO Y NO PUEDO EN LIBIA

 Edificio destruido en BenghaziEdificio destruido en Benghazi, Libia, febrero de 2016

Lo de quiero y no puedo sería una magnífica definición de la política occidental en Libia si no fuera porque quizá le convendría aún mejor la de “hacer primero y pensar después”. Así y todo, la última pirueta de la diplomacia del bloque atlántico en Libia – la creación de un llamado Gobierno de Convergencia Nacional en Trípolis – encaja perfectamente con cualquiera de las dos definiciones.

Ante la vertiginosa disolución del país en un caos del que emerge con fuerza creciente el Estado Islámico (E.I.), los occidentales se han inventado un acuerdo de las fuerzas contendientes libias – excepto E.I. – y le han endosado al bando oriental un Gobierno en Trípolis bajo la presidencia de Faiez Sarradsh.

Pese a que ese Gabinete cuenta con más esperanzas que seguidores, a la toma de posesión de Sarradsh asistieron los ministros de Exteriores de Alemania, Francia, Gran Bretaña y un enviado especial de la ONU. La principal de las muchas esperanzas occidentales puestas en Sarradsh es que éste acabe por llegar a un acuerdo con el Gobierno de Tobruk (Libia Occidental es desde siempre el gran rival de Libia Oriental). Para ello cuenta en primer lugar con el único punto de coincidencia de Tobruk y Trípolis : el miedo a que el ganador último de la guerra y guerrillas civiles sea E.I., quien ya ha establecido una sólida cabeza de puente en Sabratha y toda una serie de aldeas y pequeñas urbes en los lindes de las zonas de influencia de Tobruk y Trípolis.

Teatro romano de Sabratha ocupado por EITeatro romano de Sabratha ocupado por EI

Esto suena más amenazador de lo que lo es realmente. La empecinada e irreflexiva aniquilación del régimen de Gaddafi por las potencias occidentales redujo al país a un mosaico medieval de banderías, áreas tribales, ejércitos mercenarios en constante cambio de bando así como intervenciones mayormente económicas de países como Turquía, Qatar, los Emiratos Árabes y Egipto que tratan de dilucidar en suelo y con sangre libia conflictos políticos propios. Pero es evidente que un malaje localizado puede degenerar en enfermedad letal si se le deja medrar largo tiempo sin una cura adecuada.

Y hoy por hoy, nadie parece saber cuál es esa cura o si lo sabe, no parece querer asumir su precio. Mirando la historia reciente, uno se inclina a creer que Occidente no sabe cuál es la cura ni tampoco quiere asumir el costo de un eventual tratamiento. Y las naciones musulmanas que han tomado cartas en el conflicto tienen en cuenta toda una serie de intereses entre los que brillan por su ausencia los intereses del pueblo libio.

Valentí Popescu

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VALENTIN POPESCU