ARABIA, MÁS PASIÓN QUE LÓGICA

Tenemos el privilegio de contar con la colaboración del periodista español y profesor de periodismo, VALENTIN POPESCU, columnista de primera magnitud y corresponsal, durante un cuarto de siglo, de LA VANGUARDIA  de Barcelona, en Bonn, R.F. de Alemania.

¿Puede ser el odio más fuerte que el sentido práctico? Parece que sí.

 ARABIA, MÁS PASIÓN QUE LÓGICA

Mohamed bin SalmanMohamed bin Salman en una imagen de archive

Con el ascenso del segundo príncipe heredero – Mohamed ben Salman al Saud – a auténtico hombre fuerte del país, Arabia Saudí parecía haber optado por la lógica para modernizar el país y asegurar su prosperidad en un futuro inmediato. Pero, desde el pasado 17 de abril esto ya no es nada seguro.

Y es que en esa fecha se celebró en Doha la conferencia de países productores de petróleo (excepto Canadá, EE.UU. e Irán). Todos los participantes estaban de acuerdo en limitar la extracción de crudo para estabilizar su precio. Pero, al saberse que Teherán estaba en principio de acuerdo, siempre y cuando su cupo fuera el de su producción anterior a las sanciones económicas, ben Salman sacó la caja de los truenos y amenazó con elevar inmediatamente la producción saudí al millón de barriles diarios e incluso situarla en los dos millones diarios hasta fin de año.

DOHA 2016

Llegada del ministro saudí del petróleo, Ali al-Naimi, a Doha, 17 de abril de 2016

La postura árabe no solo agravó la crisis del sector, sino que vino a poner indirectamente en peligro el ambicioso programa de reformas del propio príncipe.

Porque este plan – que concluye en el 2030 – parte de la premisa de que el país, que ya tiene una población de más de 30 millones, no puede seguir viviendo casi exclusivamente del petróleo. Para el 2030, el oro negro ha de bajar, del 47% actual del PIB, a un mero 11%. Incluso el consumo energético del reino ha de proceder, para entonces, en un 25% de fuentes fotovoltaicas y no del petróleo. Evidentemente, toda la financiación del plan ha de proceder de los yacimientos nacionales y del equipo de tecnócratas formado por el príncipe.

La pieza clave es, pues, un precio conveniente y estable del petróleo, algo que sólo es viable con consenso tácito de Riad, Teherán y Washington. En especial el Irán – gran enemigo tradicional de Arabia en el mundo musulmán – juega un papel esencial ya que es capaz de producir 700.000 barriles diarios, inundando el mercado mundial de una oferta bajista.

Y en esta constelación, el odio tradicional árabo-persa ha podido más que el sentido práctico y la paciencia comercial. Riad parece apostar por la confrontación directa por razones demográficas y económicas (la población iraní es más del doble de la saudí y las arcas de Teherán están mucho más maltrechas que las árabes), dando primacía a odios históricos y antagonismos culturales aún a riesgo de jugarse su propio futuro.

Por último, a la conferencia de Doha no fueron invitados Canadá y EE.UU porque su respectivas Constituciones prohíben práctica monopolistas y el Irán, por el veto radical de los saudíes.

Valentí Popescu

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VALENTIN POPESCU